El Diablo Y El Campesino Bastardo

El Diablo Y El Campesino Bastardo

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Cuento de hadas de Finlandia.

Érase una vez un granjero que estaba loco por hilvanar. Tan pronto como se levantaba por la mañana, entraba en la sauna y tan pronto como terminaba con sus tareas del día, regresaba allí. Al final, se acostumbró al calor de su sauna y, por lo tanto, construyó una nueva sauna que estaba aún más caliente. Después de un tiempo, tuvo que construir uno nuevo, y así continuó hasta que no hubo un sauna en toda Finlandia que estuviera lo suficientemente caliente para él.

La noticia de este agricultor tolerante al calor se extendió rápidamente por todo el país y, finalmente, el mismo diablo se enteró de él. “Probablemente le daré todo el calor que necesita”, pensó el malvado, y se entregó al granjero. “¡Campesino! Tengo una sauna que probablemente sea lo suficientemente caliente para ti”, dijo el diablo. “Gracias por la invitación”, dijo el granjero. “¡Bajemos de una vez!" Cuando llegaron a las puertas del infierno, el diablo llamó a sus demonios al fuego como nunca antes, pues aquí tenían a uno al que le gustaba el calor. El granjero se acurrucó cuando sintió que el calor aumentaba a su alrededor y se quitó la ropa. “Siéntate aquí, querido amigo”, dijo el diablo, señalando una piedra al rojo vivo. El granjero lo hizo, pero aun así pensó que la piedra estaba un poco fría. El diablo resopló a su invitado y ordenó a los demonios que subieran aún más la temperatura. A pesar de esto, el granjero sin sauna solo parecía disfrutar aún más.

El calor del infierno sobrecalentado ahora comenzaba a producir resultados en la superficie de la tierra. Los volcanes entraron en erupción aquí y allá, y los casquetes polares comenzaron a derretirse. Al final, los bigotes del propio diablo se incendiaron y eso fue suficiente. “¡Fuera contigo, bastardo!" aulló el diablo al granjero. “¡No quiero volver a verte!" Así que el granjero tuvo que irse a casa. Estaba triste por tener que dejar el agradable calor, pero aún así se alegraba de saber que ahora debía ser admitido en el cielo cuando muriera.

Por eso a todos los niños finlandeses se les enseña a bañarse en una sauna, para que el diablo sepa que su calor no los toca y por eso los deja en paz.

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