La Cola

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Historia de fantasmas de West Virginia, EE. UU.

Un cazador había estado fuera todo el día sin encontrar un solo juego. Tenía hambre cuando regresó con sus perros a la cabaña pero no tenía nada para comer. Pero cuando cerró la puerta, vio que había algo sobre la mesa. Era un animal extraño, del tamaño de una liebre, con nariz de glotón, orejas de zorro, ojos de lechuza y cuerpo de mono. Estaba cubierto de pelo rojo desgreñado y tenía largas garras en los dedos de las manos y los pies. A su alrededor, sobre la mesa, yacía una larga cola enrollada como una serpiente de cascabel en reposo. El cazador pensó que este extraño vómito era mejor que nada, así que tomó el hacha y se la arrojó a la criatura. El animal fue rápido y se alejó de un salto, pero la cola fue golpeada y cortada. Permaneció sobre la mesa mientras el animal se deslizaba fuera de la cabaña por la chimenea hacia la estufa.

Satisfecho de que al menos consiguió algo para la cena, el cazador hirvió la cola y se la comió. Luego se acostó sin pensar más en lo que había pasado en la cabaña durante la noche. Pero poco después de la medianoche escuchó algo arañando la puerta y una voz susurró: “¡Mi cola, mi cola! ¡Devuélveme mi cola! El cazador abrió la puerta pero no pudo ver nada en la oscuridad. Dejó salir a uno de sus perros para ahuyentar al intruso, pero como estaba el perro no volvió y el cazador volvió a acostarse. Al cabo de un rato lo despertó un arañazo en la ventana y una voz susurró: “¡Mi cola, mi cola! ¡Devuélveme mi cola! Hunter voló y dejó salir a su segundo perro, pero al igual que el primero, tampoco regresó. Después de otro momento, el cazador escuchó el susurro de la chimenea y una voz susurró: “¡Mi cola, mi cola! ¡Devuélveme mi cola! Ahora que el cazador no tenía más perros, se tapó la cabeza con las mantas y trató de volver a dormir. Pero en el mismo momento le quitaron las sábanas y cuando miró hacia los pies de su cama pudo ver al extraño animal sentado allí mirándolo. “¡Mi cola, mi cola! ¡Devuélveme mi cola! siseó, mirándolo con sus ojos amarillos de búho. “Ya no tengo tu cola”, gorjeó el cazador. “Sí, lo has hecho”, siseó el animal. “Solo tienes que buscar en el lugar correcto. Entonces el animal voló hacia el cazador y lo desgarró con sus largas garras.

Al menos eso es lo que dicen, porque el cazador se había ido a la mañana siguiente pero su cabaña estaba manchada de sangre, y algunas noches se vio a un extraño animal bailando en el techo de la cabaña con una larga cola rizada detrás.

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